sales de ese cálido lugar, pasas por un pasillo, vez una escalera, sabes que tras ella esta la realidad, que te falta poco para llegar, que ya no tienes tiempo, no quieres subir, pero el deber impulsa cada uno de tus pasos, te mueves por inercia. subes las escaleras, un frío te envuelve, recorre cada centímetro de tu cuerpo, caminas, vez sombras que pasan a tu lado, hace semanas que vez solo sombras, las sombras se vuelven cada vez mas, te das cuenta que vas en una multitud de sombras, te mueves mas lento, para que la multitud te adelante, levantas la mirada, y algo te detiene, te asombra, te la quedas mirando fijamente, es un ser humano, lo vez, no es una sombra, ella también te mira fijamente, continuas caminando, sin despegar tu ojos de ella, están casi en frente, miras sus ojos y descubres que esta igual que tu, esta desnuda, sus ojos son tan expresivos, ella también te mira y te ve desnuda, no sientes miedo, por que no puede dañarte, la pierdes de vista, y vuelven las sombras, van sin sentido, sin un destino, solo van por que les dijeron que fueran, vuelves en si, te das cuenta que estas a pasos de llegar a tu destino, no quieres llegar, sabes que tendrás que dejarte de lado, y hacer lo que todos hacen. llegas, no puedes ver con claridad, es esa estúpida lágrima que agobia tu corazón, la quitas de ti y la guardas, le dices que se quede dentro aun que sea solo por un momento, que debes continuar con tu rutina.
Me gustó mucho como desarrollaste el tema y la fluidez del relato Paula, te felicito.
ResponderEliminarGracias por tu visita a mi blog y te invito nuevamente para que leas una poesía que tiene que ver con la rutina, si lo deseas por supuesto.